5/7/08

Amar siempre


Ser y vivir como Jesús

Los suyos tenían vivísima impresión: el Maestro, por encima de todo había amado. Por eso, entendieron perfectamente cuando les dijo que se amaran como El les había amado: "Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros" (Jn 13,34).
Amó con ternura y simplicidad a los humildes niños "Mas Jesús les dijo: "Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis porque de los que son como éstos es el Reino de los Cielos."(Mt 19,14), a uno de ellos lo tomó en sus brazos.
Como Jesús, que fue afectuoso con Marta, María y Lázaro (Jn 11, antes de morir, a los suyos los trató de «amigos» "No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer"(Jn 15,15),
Pero después de resucitar, los llama «hermanos» " Dícele Jesús: "No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios."(Jn 20,17).
Al mismo traidor lo recibe con un beso y una palabra de amistad: "Jesús le dijo: "Amigo, ¡a lo que estás aquí!" (Mt 26,50).
Como Jesús, que, a un paralítico desconocido le llama afectuosamente «hijo» "Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: "Hijo, tus pecados te son perdonados."(Mc 2,5),
e «hija» a la mujer hemorroísa:"Jesús se volvió, y al verla le dijo: "¡Animo!, hija, tu fe te ha salvado." (Mt 9,22).
Amó a su pueblo tan profundamente que, viéndolo perdido, no le quedó otra solución que lamentarse y llorar: "¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido!"(Lc 13,34).
Como Jesús, que inventó mil formas y maneras para expresar su amor, porque el amor es ingenioso: "que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos."(Mc 10,45; Mt 20,28).
En aquella brutal ironía hay un enorme fondo de verdad: «A otros ha salvado; a sí mismo no puede (quiere) salvarse» (Mc 15,31).
Trajo de parte del Padre un solo encargo: «Como me amó mi Padre, os he amado yo a vosotros. Permaneced en mi amor!» (Jn 15,9).Debió emocionar tan profundamente este amor de Jesús, que los testigos nos transmitieron ese recuerdo, grabado en frases lapidarias: «Dios ha amado tanto al mundo, que le dio a su Hijo Unigénito» (Jn 3,16);
«Me amó y se entregó a la muerte por mí» (Gál 2,20);
Ha habido en los tiempos una explosión «de la benignidad y amor de nuestro Salvador a los hombres» (Tit 3,4).

P. Ignacio Larrañaga

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